En el Perú es conocido que un alto porcentaje de campesinos está involucrado en el cultivo de hoja de coca destinado al tráfico ilegal, además no solo cultivan, sino que también están en condiciones de procesar pequeñas cantidades de pasta básica de cocaína (PBC), la misma que posteriormente es vendida a traficantes que operan y acopian la droga en zonas contiguas a las cuencas cocaleras para su refinamiento en clorhidrato de cocaína y posterior evacuación por la red hidrográfica del amazonas o a través de las diferentes vías que se interconectan con la carretera Panamericana, mediante la cual acceden a las principales ciudades costeras del país para su posterior “exportación” a los Estados Unidos de América, Europa o Asia. Además, se sabe que los remanentes del partido comunista del Perú, sendero luminoso, que se mantienen en las regiones cocaleras del Huallaga y valle del Apurímac-Ene (VRAE), vienen proporcionando seguridad a los sembradores ilícitos de coca y en algunos casos al traslado y transporte de droga, con el agravante de, también, retener contra su voluntad a nativos de la zona para que les sirva de mano de obra en sus campamentos y sembríos de coca que explotan para su propio beneficio. En la última década se han formulado diversos planes y diseñado estrategias que finalmente no prosperaron o por falta de decisión política o por falta de financiamiento y articulación adecuada de los proyectos y/o programas planteados.
Ahora que tenemos nuevos líderes en el gobierno, esperemos que tomen las acciones que sean necesarias para atacar frontalmente el problema.
Basándonos en la experiencia personal de años trabajando en temas de terrorismo y TID en estas áreas en conflicto, aquí esbozamos algunas ideas que, salvo mejor parecer, podrían ayudar en algo a las autoridades responsables de solucionar esta problemática (“un consejo hasta de un conejo”):
El enfoque que se le debe dar a la lucha contra el tráfico ilícito de drogas es la de la acción integral en el campo de desarrollo y lucha contra la pobreza en estas áreas (Huallaga, Ucayali, VRAE, entre otras), en un marco de seguridad que debe brindar la Fuerza Armada y Policía Nacional, con inteligencia adecuada que facilite el accionar de las Fuerzas del Orden. Esta estrategia integral debe tener como objetivos generales el restablecer el orden interno, afianzar la presencia del Estado en estas zonas, así como promover el desarrollo económico y mejorar las condiciones de vida de la población. En otras palabras, se debe robustecer la institucionalidad del Estado en la lucha contra estos ilícitos, mediante el fortalecimiento de las instituciones públicas directamente involucradas en la misma, tales como el Poder Judicial, las Fuerzas del Orden, las encargadas del control de lavado de activos, el Ministerio Público y las agencias de inteligencia, entre otras. Establecer políticas de Estado claras y articuladas, con objetivos de mediano y largo plazo y adecuadas medidas de control, que posibiliten el desarrollo y seguridad de estas regiones, como la construcción de carreteras, colegios, hospitales y la implementación de cultivos alternativos cuya rentabilidad para el campesino sea suficientemente atractiva para que deje el sembrío de hoja de coca. Articular el esfuerzo a nivel gobierno central, regional y local para que los proyectos sean viables y con el presupuesto adecuado y sostenible que permita la ejecución y conclusión de los mismos. Establecer políticas en materia de lucha contra el tráfico ilícito de drogas, que incluyan temas como el lavado de dinero, corrupción, tráfico de armas, educación contra el consumo de drogas y control de precursores químicos, entre otros. Equipamiento y entrenamiento adecuado de las Fuerzas del Orden. En el ámbito bilateral y multilateral (mundial), se deben establecer canales de coordinación en los niveles adecuados con las agencias de los principales países consumidores/productores, a fin de generar las sinergias necesarias para que las políticas implementadas por los distintos Estados involucrados, sean complementarias a las acciones que toma cada país.
Esta es una lucha no solo del Perú. El tráfico ilícito de drogas es un tema globalizado que afecta a países productores y consumidores en donde todos debemos hacer nuestro mejor esfuerzo para acabar con esta amenaza mundial. Empecemos por nosotros mismos. Yo estoy haciendo lo mío……..y tú estimado lector??